lunes, 25 de enero de 2016

Los vampiros en la pantalla grande a través del tiempo


El cine, desde sus inicios, ha sido un mecanismo en el cual las personas han reflejado y han visto reflejadas historias, momentos y personajes que anteriormente sólo se permitían en los sueños. Y si vamos a hablar de sueños, también debemos hablar de las pesadillas. El cine es perfecto para potenciar esas narraciones que hacen que el espectador se adentre en un universo donde lo escalofriante y lo terrorífico es lo que mueve las emociones y, para esto, se han tomado elementos y personajes míticos tradicionales de algunas culturas como zombies, hombres lobos y, uno de los más populares, los vampiros.

A lo largo de la era cinematográfica, los vampiros han sido protagonistas de muchas historias y se han configurado sus historias de manera diferente. Muchas de estas historias se han basado en el libro Drácula de Bram Stoker (1897), por ejemplo, Nosferatu de Murnau (1922), Drácula de Tod Browning (1931), Drácula de Francis Ford Coppola (1992), Van Helsing de Stephen Sommers (2004) y la lista sigue.

Asimismo, hay algunos filmes que cuentan la historia desde otra perspectiva, por ejemplo, los vampiros millonarios cuasi-transparentes de la saga Crepúsculo (Catherine Hardwick) que se alimentan de sangre de animales, un vampiro Donjuan que aprende los talentos de sus víctimas en La sabiduría de los Cocodrilos de Po-Chih Leong (1998), un Conde Drácula parodiado en Drácula: muerto pero feliz de Mel Brooks (1995) y hasta un Drácula que es el mismísimo Judas Iscariote en Drácula 2000 de Patrick Lussier (2000).

Las similitudes y diferencias entre dichas películas pueden ser inmensas, teniendo en cuenta que se han realizado más de 400 filmes relacionados con el vampirismo. Debido a esto, para el presente trabajo sólo se tomarán como referencia para la comparación las películas Nosferatu de Murnau y Entrevista con el Vampiro de Jordan.

Ambos filmes cuentan una historia de vampiros, aunque no son vampiros similares y cabe anotar que en ninguna de las películas el vampiro se llama Drácula (en Nosferatu, el conde se llama Orlok, claro está que Nosferatu es una versión no autorizada del libro de Stoker). En ambas películas, los vampiros tienen comportamientos monstruosos que los distinguen de los mortales, aunque el tratamiento es disímil. Nosferatu emplea más la sugestión y el suspenso, la sangre no es protagonista, pero la imaginería religiosa tiene más peso que en Entrevista con el Vampiro, que deja sentado a través de su personaje Louis que los crucifijos son inofensivos para ellos y que hacen parte de la ficción creada por “un vulgar irlandés demente” (Stoker). También, en Entrevista no hay cabida para la sugestión -aunque si para el suspenso- y la sangre es una gran protagonista, se muestra de manera directa la manera en la que los vampiros se alimentan de sus víctimas, al contrario de Nosferatu donde sólo sabemos que Hutter ha sido mordido cuando se ven las heridas en su cuello.

La estética igualmente es muy diferente, pues los filmes de vampiros, como la mayoría de filmes, son una muestra de los gustos reinantes de la época en la que se realizan, sin importar en estos casos que ambos estén basados en libros y que, a su vez, estos libros recreen épocas aún más antiguas que aquellas en las que fueron escritos. Primero, Nosferatu es una muestra del expresionismo alemán, en donde se ven reflejados la amargura y la soledad, mientras que Entrevista es una muestra de la cultura estadounidense de la época, con una creciente subcultura gótica que referenciaba temas como el horror y la morbosidad, además del homosexualismo y lo andrógino (aunque los góticos toman como referencia principal a Bela Lugosi).

También, podemos ver en lo estético que en Nosferatu, el conde Orlok es representado como un ser repugnante, animalesco, viejo y recluido en un castillo, un personaje que es atractivo para la mujer sólo por sus poderes sobrenaturales; aquí se muestra al vampiro valiéndose de la metonimia maldad = fealdad. En cambio, los vampiros de Entrevista, Louis, Lestat y Armand son hombres notablemente atractivos, representados de una manera más humanizada, jóvenes, con una vida social activa y que atraen a las mujeres por su belleza. Incluso, hasta los colmillos son diferentes, Orlok tiene dos largos colmillos frontales, los vampiros de Entrevista tienen cuatro colmillos al lado de los dientes frontales. Es curioso que, si agregamos a la ecuación el filme Drácula de Coppola, basada en el mismo libro que Nosferatu, observamos que el vampiro es representado estéticamente de una forma más similar a Entrevista, en las partes en las que el conde se muestra como un hombre de cabello largo, atractivo y misterioso; claro está que se ven las similitudes con Nosferatu en la escenas en las que el conde es mostrado como un anciano decrépito y pálido.

Las relaciones personales también son susceptibles a la comparación. En Nosferatu vemos que el conde Orlok es un ser solitario que busca el amor perdido y por otro lado, se muestra la relación que existe entre Hutter y Ellen, quienes están comprometidos y piensan formar una familia normal. En Entrevista, Louis es un hombre desgraciado a causa de la muerte de su esposa y su hijo y que, después de su conversión al vampirismo a manos de Lestat, forma una nueva familia posmoderna con Lestat y, posteriormente, con Claudia. La relación de estos vampiros puede verse tanto como una familia conformada por padres homosexuales con una hija adoptada o como un triángulo amoroso muy disfuncional y asexual en el que tanto Lestat como Claudia quieren el amor de Louis, quien a su vez mantiene una relación con Lestat y ve a Claudia sólo como una niña.

Ambas películas también pueden ser observadas a la luz de los ejes míticos que propone Gubern:

o   El descanso eterno después de la muerte: el mito del vampiro se basa en que estos seres son muertos-vivos que no logran alcanzar el descanso que provee la verdadera muerte. En Nosferatu, se muestra que este vampiro puede morir si la luz del amanecer lo alcanza, evento que ocurre al final de la película, lo que le daría al vampiro la oportunidad de descansar de su terrorífica vida. Por otro lado, en Entrevista, se muestra que aunque los vampiros son inmortales y prácticamente no se les puede herir, hay formas de matarlos; Claudia muere junto a su nueva nodriza, quemadas por la luz del amanecer, lo que al parecer es la única forma efectiva, pues las otras maneras que se proponen en la película, como beber sangre de un muerto, desangrarse o quemarse (podría verse esto como un fuego purificador del alma), no sirvieron a la hora de intentar matar a Lestat. Louis y Lestat nunca alcanzaron el descanso eterno de la muerte después de la muerte.

o   La tiranía: en ambos filmes, los vampiros son representados como tiranos, en el sentido en que tanto el conde Orlok como Louis son terratenientes, aristócratas, muy adinerados y con un gran número de personas (campesinos o esclavos) a su servicio. En Nosferatu, el conde Orlok inspira mucho miedo en el campesinado, tanto por su apariencia monstruosa y misteriosa, como por su posición de dueño y señor de las tierras; no se observa una relación mínimamente cercana de estos con el conde. En Entrevista se muestra a un terrateniente (Louis) que, aunque esclavista, tenía relaciones con sus trabajadores un tanto más cercanas, incluso hasta llegar al afecto, pero desde que Louis conoce a Lestat y se convierte en vampiro, todo esto cambia y sus esclavos empiezan a temerle mucho a él y a su nuevo amigo. Pero este vampiro se reivindica otorgándoles la libertad a sus esclavos antes de intentar chuparles la sangre.

o   La pérdida de identidad: los dos largometrajes muestran la pérdida de identidad de sus protagonistas, pero en maneras muy distintas: en Nosferatu, el conde Orlok sufre la pérdida de su identidad y se convierte en un ser repulsivo, lo que quiere decir que se da una transformación del físico, aunque en la película no queda claro el motivo ni se muestra el momento de la transformación. Sin embargo, en Entrevista, se muestra este aspecto de manera más compleja: hay una transformación física menos evidente aunque esta vez sí es expuesta, pero se daría más el caso de la coexistencia de dos personalidades en un solo cuerpo, pues estos vampiros seguían haciendo parte de la clase alta, eran respetados y su vida social seguía siendo activa. Por otra parte, se muestra a un Louis preocupado por la deshumanización a la que ha sido sometido y se cuestiona su lugar en el mundo, pues nunca más verá a su familia ni será un humano, pero tampoco está de acuerdo totalmente con la forma de vida que Lestat le enseña, sangrienta y sin remordimientos. También esta búsqueda de identidad lleva a Louis a buscar las raíces de su nuevo yo en Europa.

o   La monstruosidad: como se mencionaba anteriormente, los vampiros de esta película son mostrados de maneras muy diferentes: en Entrevista vemos que los vampiros tienen más aspecto de humanos que de animales, exceptuando la piel supremamente blanca y los colmillos de murciélago, pero no son calificados como monstruos horripilantes (aunque sus actos si lo sean), no hay nadie persiguiéndolos para matarlos, no representan una amenaza visible para la sociedad porque su belleza no muestra signos de maldad. Es totalmente opuesto en Nosferatu, donde el conde Orlok sí es un monstruo, más parecido a un animal, al que hay que matar porque es horrendo y su fealdad es el mayor signo de su maldad.

En conclusión, ambas películas son hitos tanto en la historia del cine en general como en el cine de vampiros, pues ambas son una muestra de la cultura de su época combinada con el mito tradicional del vampiro y ambas logran ser escalofriantes a su manera particular. Ambas muestran características estilísticas y temáticas que las ubican entre las mejores películas de vampiros y también permiten ver cómo se presenta la evolución en el cine y en las corrientes culturales, sociales y epistemológicas a través del tiempo.


Anina y Gatuna I

Dos amigas, un alma


Es una tarde fría. No tan fría como suele ser en esta época del año, pero lo suficiente como para hacer que Gatuna no quiera levantarse del cómodo sofá en el que se encuentra. Este sofá es su lugar favorito, pues es el mejor sitio para estar de toda la casa. Aunque tiene muchos sitios cómodos para recostarse en su hogar, ninguno es tan agradable como éste, pues tiene unos cojines mullidos, grandes y cálidos, perfectos para días donde cualquier fuente de calor que se encuentre es bienvenida, igual que hoy. Además, la ubicación del sofá es estupenda, ya que queda cerca a la cocina y allí es donde está la comida de Gatuna, su agua y su leche y, por otro lado, también queda cerca al patio, donde está su cajita de arena y algunos juguetes que Anina, su amiga humana, le trae para que se divierta mientras ella no está. Tiene pelotas, cuerdas, ratoncitos de peluche y muchas cosas más.


Pero esto es lo de menos, si le preguntan a Gatuna. Si el sofá no quedara cerca del patio y la cocina, no importaría, siempre y cuando el sofá no se mueva de su punto. Esto es porque tiene un ventanal al frente del cual puede admirar un hermoso paisaje adornado con flores de mil colores, tres pequeños árboles frutales en los que casi todo el tiempo se posan dos pajaritos muy particulares, pequeños e inquietos y una fuente de piedra en la cual se bañan los pajaritos, juegan y sacian su sed. Al fondo, se encuentra una hermosa y majestuosa colección de montañas, unas más grandes, otras más verdes, algunas más redondas y así, pero hay unas que llaman más la atención: dos montañas idénticas entre sí, lo que explica que los lugareños las llamen las Montañas Gemelas. Se dice en el pueblo que éstas son montañas mágicas y que de allí brota un riachuelo, aquel de donde nace el amor eterno.


Gatuna ha escuchado a Anina hablar de ellas alguna vez, pero no es algo que le importe mucho. Piensa más en los pajaritos visitantes, sus amigos lejanos. Quisiera salir a jugar con ellos, corretearlos un poco tal vez, conversar con ellos (si es que es posible, no es algo que ella sepa aún). No es posible salir a jugar para Gatuna mientras Anina no está en casa. Cuando ella llega, abre el ventanal para que su amiga minina salga y sienta la hierba en sus patitas y el viento fresco en sus bigotes, pero a esa hora los pajaritos ya se han ido a otra parte, quizás a su casa a descansar de tanto jugueteo en el patio de Gatuna. Así es difícil que pueda saber si, en realidad, podría entablar una conversación con el par de criaturas y, quién sabe, tomarse un té o algo por el estilo.



Aunque Anina siempre la trata bien, la cuida y la protege, Gatuna siente que algo le falta. Tiene comida, sí. Tiene juguetes, muchos. Tiene un espacio en la casa para jugar, claro, incluso tiene un gimnasio para gatos y cualquier cosa que a su amiga se le ocurra comprarle, pues ella siempre está pendiente de qué cosa nueva puede llevarle a su gata para compensar el hecho de que la deja todo el día solita en su casa. Pero esto no es suficiente, Gatuna quiere salir, ser una gata, usar todas las facultades que la naturaleza le dio. Quiere aprender a cazar (no porque le guste la violencia, sino porque sabe que eso es parte de lo que ella es), quiere dejar de tener miedo, moverse a un lugar más lejano del patio, aprenderse las direcciones de su pueblo (le parece encantador cuando escucha a Anina hablando de cómo recorre el pueblo en su bicicleta y cómo es capaz de llegar a donde sea, con sólo unos numeritos y unas letritas). En fin, aunque Gatuna se siente feliz, se siente incompleta.


  • ¡Quisiera ser humana, poder abrir la puerta que quiera, salir a jugar cuando quiera y ser escuchada!


Sin embargo, Gatuna siempre tiene la mejor disposición, ama mucho a su amiga humana y sabe que ella se esfuerza mucho para que ambas vivan lo mejor que pueden. Por esto, nunca rompe cosas ni hace desorden, no lo necesita y sabe que sería un motivo más para que su amiga esté triste. Anina, aunque trata de ser positiva y ver las cosas buenas que la vida le ofrece, se siente incompleta, igual que su gata. A veces llora, a veces no quiere pararse de la cama. Es ahí cuando Gatuna saca sus mejores armas, hace piruetas para que Anina se ría, hace sus poses más tiernas para que Anina olvide su dolor o simplemente se acurruca junto a ella, para que Anina duerma tranquila.


No importa lo que les pueda pasar, ambas saben que se tienen la una a la otra y que así se acercan un poco más a la plenitud que tanto anhelan.

¿Estamos viviendo en una sociedad orwelliana?

26 de agosto de 2012


La guerra es la paz
La libertad es la esclavitud
La ignorancia es la fuerza
Nineteen Eighty Four

Nineteen Eighty Four, de George Orwell, es una obra de ciencia ficción que, a grandes rasgos, predice la forma en la que serán las dinámicas y la vida de la sociedad occidental en el año 1984. El mundo descrito allí es un mundo, por lo menos, gris, caótico, ilógico, represivo y asfixiante. La primera reacción de cualquier persona que lea el libro sería, probablemente, agradecer que esa historia esté contenida en un libro y no en los noticieros o en los periódicos, porque aquellos sujetos que están acostumbrados al “mundo libre” no quisieran vivir en un planeta que tuviera conformado un sistema político y social de tal magnitud.

Pero aquí cabe una serie de preguntas: ¿qué tan ficcional es esta historia?, ¿el autor del libro escribió un cuento de terror o hizo una predicción al mejor estilo de Julio Verne?, ¿acaso no estamos viviendo ya en una sociedad orwelliana[1]? El siguiente ensayo pretende hacer una comparación entre el mundo de Nineteen Eighty Four y el mundo en el que vivimos actualmente, analizando las prácticas y las dinámicas geopolíticas que se observan hoy en día.

La historia del libro gira alrededor de un miembro externo del Partido Ingsoc (English Socialism) llamado Winston Smith, quien trabaja en el Ministerio de la Verdad[2] reescribiendo errores detectados en cualquier tipo de documento o material que puedan poner en entredicho la imagen o el poder del Gran Hermano, quien es el miembro superior del Partido, su fundador y su dios irrefutable y al que nadie conoce personalmente pero cuyo rostro y su propaganda inunda las paredes de la ciudad de Londres y del estado en general, llamado Oceanía.

En este párrafo podemos ver varias similitudes sutiles con el mundo moderno. Ubicándolo en nuestro contexto, podríamos decir que Smith es un hombre de la clase trabajadora que trabaja en algún periódico o revista y su función es modificar o esconder la información de modo tal que el status quo prevalezca y a nadie se le pase por la cabeza dudar de él. Suena irrisorio pensar que en la sociedad moderna, hija de la Revolución Francesa y sus pregones libertarios, esto pudiese ocurrir, pero ocurre (y si me equivoco en esta afirmación, ¿por qué entonces Julian Assange, el fundador de Wikileaks, es considerado un terrorista por países como Gran Bretaña y Estados Unidos, los defensores de la libertad?).

Escobar (2007) plantea que los entes que detentan el orden manejan discursos que producen formas permisibles de ser y de pensar y descalifica e imposibilita otros al mismo tiempo. Estas prácticas han sido muy comunes en el mundo moderno y se han implementado en regímenes autoritarios como el Comunismo soviético, el Fascismo italiano y español y el Partido Nazi en Alemania.

Actualmente, es bien visto vivir sin protestar en un mundo neoliberal donde el sujeto vale por lo que devengue y gaste, pero en el momento en que ese sujeto se atreva a opinar, pensar o vivir diferente se le cataloga como guerrillero, terrorista, comunista o, simplemente, loco. Cuando el sujeto se atreve a luchar por sus derechos o hace parte de algún movimiento social, se convierte automáticamente en persona no grata, no solo por las fuerzas que detentan el poder, sino por cualquier otra persona, sea un vecino, amigo o familiar y estas personas pasan a juzgar este comportamiento “diferente” sin detenerse a analizarlo siquiera. En el libro, cualquier miembro del Partido, sea miembro interior o exterior, al notar una manera extraña o aunque sea un crimental[3], es denunciado a la Policía del Pensamiento[4] y conducido al Ministerio del Amor[5].

En nuestros tiempos, no existe una Policía del Pensamiento como tal, pero indudablemente, la policía que tenemos actúa de manera parecida. El movimiento estudiantil en Colombia es testigo de esto. Cuando miles de estudiantes salen a marchar reclamando lo que por derecho les pertenece, aparece el Escuadrón Anti Disturbios ESMAD lanzando gases lacrimógenos, agua, bombas aturdidoras y recalzadas[6]. Los infortunados que sean capturados son golpeados, amenazados y encarcelados en ocasiones y los que cumplen funciones de periodistas y obtienen materiales documentales como fotos o videos, también son agredidos y sus documentaciones destruidas.

En el mundo moderno, las comunicaciones, en especial los medios masivos, desempeñan un papel fundamental en la construcción de imaginarios colectivos, lo que estos muestren es fácilmente lo que la gran mayoría de ciudadanos opina y los mismos medios se encargan de que ninguno de los espectadores pueda cometer un crimental. La materia prima de estos mensajes informativos es el lenguaje, no hay duda de eso. En Oceanía, el Partido ha implementado una forma de lenguaje llamado Neolengua[7], este lenguaje ha logrado reducir considerablemente las palabras a utilizar, lo que resulta en limitaciones a la hora de pensar y el pueblo que no piensa, no se rebela. Al parecer,  las sociedades modernas adoptan también una neolengua, también basada en el inglés, llena de diminutivos, siglas y acrónimos pero enfocándose en el lenguaje de la tecnología. Esto hace que la gente cambie su cosmovisión humana a una más tecnológica, donde no se recuerda el nombre del vecino pero no se olvida el nombre del último dispositivo electrónico que esté en el mercado.

El discurso político ha sido clave en la configuración de la modernidad como la conocemos y su afán desarrollista. En Oceanía, existían una serie de telepantallas que diariamente, a todas horas, lanzaban pregones políticos mostrando sus victorias en la guerra y la maravilla que era seguir al Gran Hermano. Nuestra sociedad no cuenta con estas telepantallas obligatorias como las del libro, pero sí cuenta con millares de televisores, radios, computadores, vallas y muchos otros medios donde la propaganda política se inserta tanto explícitamente como implícitamente. No hay día en el que no se muestren noticias alabando a nuestro “maravilloso” sistema, no hay forma de escape a los repitentes discursos de las ventajas de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, no hay lugar al que no llegue el odio infundado a países “en contra de la libertad” como Irán, Cuba, Venezuela, Siria y otros más.

Oceanía estaba en una lucha constante con los otros dos estados importantes del momento, Eurasia y Asia Central. Un día eran aliados del primero, al otro día eran aliados del segundo, tal como ocurre en nuestros días, las amistades diplomáticas duran menos que las amistades de los niños de primaria. Esta guerra infinita se daba por, básicamente, dos aspectos: el control de los territorios y el poder absoluto. Cada uno de estos superestados luchaba por mantener un acceso a los recursos naturales de los otros estados “pobres” para utilizarlos en la guerra, y solo en la guerra, porque los miembros del partido exterior del Ingsoc, que serían la clase trabajadora y la prole, o los pobres, no tenían acceso real a comida de calidad, recursos sanitarios en buen estado o viviendas dignas. Otra coincidencia más. Los gobiernos de los países desarrollados o en vías de desarrollo, como Colombia, invierten mucho más capital en la guerra que en el bienestar de sus habitantes. Y los recursos solo son vistos como objetos para la explotación de capital, como afirma Leff (2005), no como elementos para solucionar las grandes crisis que se ven globalmente.

El poder absoluto y la dominación también ha sido el centro de las guerras del mundo moderno y premoderno también. Los países con poder han intentado siempre aumentarlo y sobrepasar el poder del otro. Para esto, es fundamental tener el control (físico y mental) de los habitantes del mismo país, sea por medios populistas o fascistas. Generalmente, el discurso del progreso, del desarrollo, la seguridad y la libertad han dado buenos frutos para esto. Situémonos en la Europa y en Estados Unidos en la época de la Segunda Guerra Mundial, países con ideologías políticas diferentes (o iguales) pero prometiendo todos que llegaría el día en el que el sufrimiento acabaría y toda la población gozaría de prosperidad. Pues, los diferentes pueblos creyeron ciegamente en las promesas de los gobernantes en cuestión, pero no recibieron lo que les habían prometido, en cambio obtuvieron hambre, terror, destrucción y desolación. Pero no es necesario irse tan lejos en la historia, en nuestros días siguen prometiendo lo mismo y dando lo mismo.

Este discurso desarrollista no sólo ha afectado el ámbito político y económico, igualmente se ve reflejado en el ámbito social. Hay una tendencia de traer la esfera privada a lo público, la vigilancia aumenta exponencialmente (porque es necesario vigilarnos para cuidarnos), de la misma forma en la que el Gran Hermano del texto de Orwell vigila a su población. No tenemos telepantallas, pero tenemos infinidad de cámaras situadas en todas partes (visibles e invisibles), dispositivos y chips de control en la mayoría de documentos personales y, mejor aún, tenemos redes sociales. Es más fácil vigilar a la población cuando esta se convence de que es una buena idea prescindir de la privacidad. De una u otra forma, “el Gran Hermano te vigila”.

La población de Oceanía ya no recordaba cómo era la vida antes del Gran Hermano (ni tenía forma de intentarlo, todos los documentos históricos eran destruidos), pero vivían cómodamente en ese mundo de represión, tal como lo hace la gente moderna. No aspiraban a más. Aunque en nuestro mundo, nos contentan con juguetes y esperanzas de vida mejor, la forma de vida del hombre y la mujer modernos es una vida que se reduce a nacer, crecer, trabajar, gastar y morir. Nosotros tenemos la posibilidad, todavía, de remitirnos a libros de historia que nos cuenten cómo se vivía la vida anteriormente, pero no es necesario, la vida es y va ser buena mientras haya más cosas para comprar y menos gente haciendo fila para comprarlas.

Esta clase de vida, la de las masas vacías e impersonales que no tienen a qué asirse, como las que menciona Berman (1989), es la vida que la mayoría de personas está llevando desde que la modernidad se consolidó. El mundo ha cambiado, ha mutado, sus costumbres ya no son las mismas, la gente no es la misma, un ejemplo de esto es la sociedad cubana de los sesenta, en pleno cambio de modelo político, como se muestra en la película Memorias del Subdesarrollo (1968). Como dice la canción de Daniel Santos: “… ya no hay amor, no hay amistad… ya no hay padres para hijos, ya no hay hijos para padres, el hombre es un animal que no quiere a nadie…” Esto no está muy lejos de la sociedad en Oceanía, donde los mismos hijos denunciaban a sus padres de estar en contra del Partido, o de la Alemania Nazi, donde los vecinos denunciaban a sus otros vecinos judíos. Ya no hay humanos, hay objetos. Ya no hay recursos colectivos, hay bienes y servicios. Ya no hay democracia, hay tiranía disimulada. ¡Que bello es el desarrollo!

Para concluir, son interesantes y a la vez preocupantes estas similitudes en el libro de Orwell y la sociedad moderna, donde el colonialismo no sólo se ve en invasiones a países extranjeros sino que se coloniza el pensamiento de la población. Ciertamente, muchos dirán que es paranoia, que es imposible vivir así, que la libertad prima sobre todas las cosas, pero si le preguntamos a algún habitante de Afganistán, de China o de Palestina si se sienten libres y felices, seguramente responderán de manera negativa.

Así que, aunque este libro sea de ciencia ficción, puede tomarse como una advertencia de lo que puede pasar si el sujeto moderno no se despierta de su letargo y empieza a ver más allá y a leer entre líneas el discurso del desarrollo, el libre mercado, el neoliberalismo y las guerras sin fin y sin sentido. Solo queda esperar que no lleguemos al punto donde ni siquiera ensayos como este se puedan escribir sin que llegue la Policía del Pensamiento y lleve a sus autores a la Habitación 101[8].





REFERENCIAS:

Alea, T. (Director). (1968). Memorias del subdesarrollo. [Cinta cinematográfica]. Cuba: Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC), Cuban State Film.
Berman, M. (1989). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. (A. Morales, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Argentina Editores, S.A. (Trabajo original publicado en  1982)
Escobar, A. (2007). Prefacio, Capítulo I y II. En D. Reyes (Ed.), La invención del Tercer Mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo (pp. 11- 100). Caracas, Venezuela: Fundación Editorial el perro y la rana.
Leff, E. (2005, mayo – agosto). La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable. Economización del mundo, racionalidad ambiental y reapropiación social de la naturaleza. Debates, 7, pp. 263 – 273.  
Orwell, G. (2008). 1984. (R. Vásquez, Trad.) Barcelona, España: Ediciones Destino, S.A. (Trabajo original publicado en 1949)








[1] Término utilizado para describir sociedades con actitudes represoras y totalitarias como la descrita en el libro.
[2] MiniVer: este ministerio se dedica a hacer coincidir los documentos históricos con la versión oficial de la historia propuesta por el Partido a través de la manipulación o la destrucción.
[3] Crimen mental, cualquier pensamiento que pueda estar en contra de las políticas del Ingsoc.
[4] Es la fuerza policiva que se encarga de vigilar los pensamientos, actitudes y comportamientos de los habitantes.
[5] MiniMor: es el ministerio encargado de la reeducación de los miembros, los castigos y las torturas.
[6] Bombas aturdidoras reutilizadas que contienen elementos como clavos, tornillos, canicas, entre otros.
[7] Lengua oficial de Oceanía, basada en el inglés y creada para solucionar las necesidades ideológicas del Partido.
[8] Sala de tortura del Ministerio del Amor a donde eran llevados los criminales.